Esta receta es típica de las Islas Baleares. Son unas pastas de almendra, muy blanditas por dentro.
Su elaboración es relativamente fácil, y digo lo de relativamente porque me ha costado bastante que me quedaran con un aspecto presentable. Los auténticos amargos de almendra deben quedar con un poco de volumen y a mi me solían quedar planos, bastante feuchos, aunque muy ricos de sabor. Como cualquier excusa me vale para meterme en la cocina me he propuesto que no pararía hasta conseguir unos amargos no sólo buenos sino también bonitos. Al final resultó que el problema era la clara de huevo, que ponía demasiada cantidad y que no la montaba. Os explico la receta definitiva:
Ingredientes:
- 500 gr. de azúcar
- 500 gr. de almendra con piel
- 3 claras de huevo M, aunque probablemente nos sobre 1/2 clara (preferiblemente a temperatura ambiente y que no hayan estado en la nevera).
Si queremos preparar más cantidad pondremos: 1 kilo de azúcar, 1 kilo de almendras y 5 claras (no 6).
Preparación:
Pasado este tiempo, montaremos las claras de huevo, bien firmes, y poco a poco, cogiendo la clara con las manos la iremos integrando a la mezcla de almendra y azúcar. Es probable (depende de lo grandes que sean los huevos) que no necesitemos toda la clara y que nos sobre 1/2 clara de un huevo.
La masa no debe quedar seca pero tampoco excesivamente húmeda. Si queda demasiado húmeda es cuando los amargos, una vez en el horno, se extienden y quedan planos.
Nos mojaremos el centro de la palma de la mano con un poco de agua para que sea más fácil formar las bolitas. Algunas recetas recomiendan dejar reposar las bolitas durante 2-3 horas antes de hornearlas, pero yo no lo he hecho y me han quedado muy bien.
También quedan muy bonitos si les ponemos media almendra encima pero también es más fácil que se aplanen y no queden tan redonditos.
