El final del verano es el momento idóneo para preparar mermeladas caseras o hacer conservas de pimientos, tomates, bonito… En esta época abundan alimentos de temporada y es cuando se encuentran en su mejor momento.
Para preparar estos lomos de bonito debemos escoger una rodaja de un kilo de bonito que sea muy fresco y limpiarlo muy bien con papel absorbente de cocina por si tuviera alguna escama o restos de sangre. No lavarlo nunca con agua.
Conservar su piel y su espina central si la tiene.
En una olla poner agua, sal y dos hojas de laurel. Incorporar el bonito. Cocer hasta que veamos que la espina central se desprende de la carne (1 hora y media aproximadamente).
Sacar de la olla, dejar enfriar y quitarle al bonito la piel, la espina central, las que pudiera llevar largas y finas y las venas y carne oscura, si tiene.
Secarlo de nuevo muy bien con papel absorbente de cocina. Colocarlo en un recipiente hermético de plástico, un tupper, encima de varias capas de papel absorbente de cocina. Cerrarlo y guardarlo en la nevera durante unas horas para que el bonito suelte todo el líquido de cocción y el papel lo absorba.
Cuando esté listo, cortarlo en los trozos que nos interese más o menos grandes y meterlos en un recipiente de vidrio procurando llenarlos casi completamente.
Cubrir el pescado completamente de aceite de oliva virgen extra o de aceite de girasol si queremos un sabor más suave (o de una mezcla de los dos aceites) y si nos gusta le podemos añadir laurel o pimienta negra en grano. Cerrar los tarros lo mas fuerte que podamos.
El caldo de cocer el bonito se puede guardar en la nevera o en el congelador para utilizarlo posteriormente en una sopa o crema de pescado o marisco teniendo la precaución de no añadir más sal puesto que este caldo ya lleva demasiada.
En esta misma olla, que no necesitamos limpiarla, volcar agua limpia y cocer los botes durante unas 2 horas.
Una vez listos podréis observar que el aceite queda de un color turbio, pero luego se va aclarando.
Es importante no abrir los botes antes de los tres meses de la fecha de envasado.
Una vez abierto el tarro, conservarlo en el frigorífico.